Psicología: “Los niños, espejos de los adultos” por Esther Redolosi

En este artículo nos centraremos en la contribución ambiental. En cómo el ambiente dónde crece un niño repercute en su comportamiento y condicionará buena parte de su personalidad.
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Espacio| Esther Redolosi.- La educación, la enseñanza en los niños y el comportamiento infantil es un campo de actuación donde los psicólogos tenemos mucho trabajo por realizar. Esta rama de la psicología abarca el desarrollo físico, motor, cognitivo, perceptivo, afectivo y social del niño y la buena evolución de estos aspectos definirán que sean adultos sanos.

La determinación del carácter de un niño está influenciado por dos variables; el factor biológico, que consiste en el peso de la genética en el desarrollo de su personalidad y el factor ambiental, que hace referencia a la influencia de los padres o amigos.

En este artículo nos centraremos en la contribución ambiental. En cómo el ambiente dónde crece un niño repercute en su comportamiento y condicionará buena parte de su personalidad.

Hay una frase de Santa Teresa de Calcuta que me gusta bastante y refleja con claridad lo que estamos comentando: “No te preocupes si tus hijos no te escuchan, te observan todo el día”. Muchos de los problemas infantiles se deben a los problemas de los padres. En la consulta vemos como muchos comportamientos problemáticos de los niños se solucionan cambiando los patrones de actuación de los padres.

Nuestras acciones son más importantes que nuestras palabras. De nada sirve repetir constantemente a nuestros hijos que no griten, si nosotros gritamos. Si queremos que lean, sería conveniente que nos vieran leer. Si nos ven criticar a otras personas, aprenderán que lo correcto es criticar a los demás; si ven que nos hablamos con gritos e insultos, aprenderán ese estilo de comunicación. Pero, del mismo modo, si somos respetuosos, ellos lo serán. Si estamos de buen humor, se contagiarán. Y si nos ven comer frutas y verduras, ellos se sumarán a la alimentación sana. Siempre hay excepciones porque la genética también hace su parte, pero por lo menos lo que corresponde a nuestro comportamiento sí lo podemos tener en cuenta.

En el refranero español encontramos alusión a este planteamiento “Una imagen vale más que mil palabras”, “De tal palo, tal astilla”, etc.

Sin embargo, fue Albert Bandura, un conocido psicólogo quién investigó en profundidad este concepto llamado aprendizaje observacional, aunque también recibe el nombre de aprendizaje vicario o modelado. Esta teoría explica que la mayor parte de la conducta humana se aprende por observación.

Hace un año exactamente acudió a nuestro centro una joven pareja con su hija de 5 años. Buscaban ayuda porque su pequeña constantemente se negaba a todo. Si le decían que tenía que desayunar respondía “no” inmediatamente, aunque al rato terminara tomándose el desayuno. Incluso se negaba a asistir a actividades agradables, era cómo una respuesta automática. Al finalizar la sesión y tras observar que la niña no presentaba durante la entrevista la posibilidad de tener algún trastorno, le prescribimos hacer un registro de las veces que en su ambiente familiar se repetía la palabra “NO”. Ellos primeramente se mostraron reticentes, quiero decir, que dudaron que ellos tuvieran algo que ver, incluso no percibían que su lenguaje fuera ese. Afortunadamente confiaron en nosotros y llevaron a cabo la tarea. En la siguiente cita vinieron con su registro y bastante sorprendidos. Con la observación se habían dado cuenta de que la palabra “No” era muy frecuente en ellos y envolvía gran parte de la comunicación familiar. Esto nos ofreció una base muy buena para la intervención. Eliminamos esta palabra, excepto en casos puntuales, y se sustituyó por otras más adaptativas. Además, se mejoró la comunicación entre ellos y se reforzó la relación de pareja. Esto, junto a otros pequeños cambios, influyó en el comportamiento de su hija que empezó a ser más participativa y mejoró su carácter.

Como éste hemos visto muchos más casos parecidos en nuestro centro, patrones de conductas de los adultos que influían en los comportamientos de sus hijos. Somos espejos donde se ven nuestros niños y con los que nos relacionamos. Como padres, tutores o amigos somos responsables de nuestras actuaciones.

 

Esther Redolosi Sánchez

Psicóloga sanitaria

(Experta en Psicopatología y Salud)

625 136 968

estheredolosi@hotmail.ccom

www.estheredolosi.com

PREMIO ANDALUCÍA JOVEN CÁDIZ 2015

Otorgado en la condición de Medio de Comunicación por la Delegación del Gobierno de Cádiz

PREMIO CONSUMIDORES CÁDIZ 2014

Otorgado como Medio de Comunicación referente en materia de consumo por la Unión de Consumidores de Cádiz